Lo que protege el corcho

Artículo de Jon Marín para Veoverde

El corcho es un material natural que se extrae del alcornoque (Quercus suber), un árbol típico de la región mediterránea y parte del atlántico. El 85% del corcho que se produce mundialmente (la mayor parte en la península Ibérica) se utiliza en la industria vitivinícola para la elaboración de tapones, aunque también se destina una parte a la industria del calzado, la construcción, la química o la farmacéutica. El corcho tiene dos grandes propiedades que lo hacen el material idóneo para fabricar tapones, y que otros materiales no tienen: su memoria elástica y su porosidad, que permite el intercambio de gases del vino a lo largo de los años.
Últimamente, la creciente demanda de vino a nivel mundial y ciertas campañas –para muchos infundadas- de desprestigio del corcho, ha provocado el uso masivo de tapones de rosca y de plástico, generando una grave alarma en este sector.
Pero el uso del corcho no sólo preserva el vino. Hay más. Promoviendo el corcho se ayuda a proteger los alcornocales, ecosistemas esenciales en el sur de Europa por su labor en la conservación de biodiversidad (en estos hábitats existen algunas especies endémicas en peligro de extinción), la reducción de la erosión de los suelos y la desertificación, que ponen freno a las consecuencias del cambio climático. Asimismo, las singulares propiedades del corcho protegen al árbol y a su entorno de las condiciones extremas del clima mediterráneo como la sequía, las altas temperaturas estivales y los incendios. Por otro lado, la desaparición de alcornocales conllevaría la desaparición de patrimonio cultural endógeno ligado al territorio, así como el aumento de la despoblación rural y de los usos indebidos de tales extensiones silvícolas.

Se puede considerar que los alcornocales europeos se encuentran actualmente en una situación muy delicada, casi al límite, tal y como indican estudios de la Universidad de Valencia y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Según estos estudios, se necesita poner en marcha medidas para evitar el envejecimiento y los problemas de regeneración de los bosques de alcornoques. Sin duda, la conservación de los alcornocales pasa por una mejor gestión de estos bosques: aprovechar los recursos sin poner en peligro la supervivencia del ecosistema, regenerándolo y paliando enfermedades como “la seca”, producida por hongos y favorecida por el cambio climático.

El corcho es el principal recurso económico de estos bosques, pero no el único. También están las bellotas –alimento de los cerdos ibéricos que dan lugar a los laureados jamones-, las setas, los frutos silvestres, la caza menor o la miel. En cuanto al corcho, se debe concienciar a la industria vitivinícola para que siga utilizando tapones hechos de este material. Se debe fomentar, asimismo, la investigación que permita, entre otras cosas, la mejora de la calidad del corcho, a través de organizaciones como el Institut Català del Suro (Instituto Catalán del Corcho). Es necesario el apremio de la expansión de sellos como el del Consejo de Administración Forestal (FSC) o el del Sistema de Certificación del Código Internacional de Buenas Prácticas Taponeras (Systecode), que certifican la producción del corcho en bosques con una gestión social y ecológica responsable y la óptima calidad del producto, respectivamente. Y también, por qué no, deberían comenzarse a pensar nuevas aplicaciones que realizar con tan valioso material, por si la rosca o el plástico, acaban por comerse la mayor porción del pastel.

A continuación, os dejo un vídeo de El Escarabajo Verde (programa de Televisión Española) donde veréis cómo se realiza la pela del alcornoque en el Parque Natural de los Alcornocales de Cádiz y podréis conocer de primera mano las opiniones de personas involucradas directamente en el sector.



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